El adiós a Jaime Almirall Suárez

 

Con profunda consternación, hoy he sabido de la muerte en Miami de mi colega y amigo Jaime Almirall Suárez, uno de los mejores radialistas cubanos de todas las épocas. Jaime fue esa inspiración con la que habité el mundo de la radio, primero en Cuba y luego fuera de ella. Varias veces coincidimos en Miami para hablar de radio, para entrevistas y también en presentaciones de varios libros.

Nuestra amistad, aunque separada por un océano, siempre estuvo viva, colaborándonos de aquí para allá y de allá para acá. De hecho, en mi canal de audio Sonido Roque Media tengo un segmento dedicado a su obra. De Jaime aprendí a hacer una radio que respondiera más a los intereses de la audiencia, una radio facilitadora y educativa.

El arte con que Jaime hacía radio era único, auténtico, novedoso, inspirador, sus programas vestían de largo a la radio cubana.

Él fue, sí, uno de mis maestros, aunque después termináramos siendo colegas. Su salida de Cuba quizás le impidió hacer la radio que más disfrutaba, pero me consta que siempre encontraba el pretexto para sintonizar con esa manera tan suya de hacerla. Para que se entienda, un día nos dedicó un programa completo de Esto no tiene nombre a mi esposa y a mí, lo grabó en Miami y nos lo envió por disco compacto a Holanda. Lo cuento en mi libro autobiográfico “Nunca me fui”.

Jaime Almirall Suárez en la presentación de "Nunca me" fui en Miami

Esto “sí” tiene nombre

El aire de esa radioemisora internacional (Radio Nederland) y su magia seguían moviendo mi veleta sonora. Siempre encontraba inspiración en las cosas más sencillas de este universo que habitamos. Es algo que llevo en la piel: descubrir cómo suena la realidad y manejar los tiempos de las historias de vida según el eco que dejan en mis oídos. Grandes maestros me habían inoculado el “bichito” de la radio, ese que, una vez que entra en tu cuerpo, se queda para siempre. Con uno de ellos —al que había perdido la pista desde que vine a Holanda— recuperé el contacto a inicios de 2004.

Semanas después, feliz por el reencuentro, recibí en Holanda un disco compacto con un programa suyo, hecho como Dios manda. Lo puse en el reproductor y, entre los acordes de “So What’s New”, interpretada por Herb Alpert y su Tijuana Brass, apareció su inconfundible voz con estas palabras:

¡Buenos días, buenas tardes, buenas noches! Mi nombre es Jaime Almirall Suárez. En cualquiera de los 32 rumbos de la rosa náutica donde os encontréis, pues aquí tenéis (risa), un “mensaje” o sencillamente, hablando en criollo, un recuerdo, una remembranza de aquella isla, de aquel pedazo de tierra en el Caribe que nos pertenece también, aunque (larga pausa) punto suspensivo. Juan Carlos Roque García, he aquí un trabajo para ti específicamente, desde mi casa en Hallandale Beach, Florida, United States of America, no importa la distancia, simple y sencillamente este es un programa para ti. Yo, acostumbrado a hablarle a… no sé a cuánta gente, sin embargo, me place mucho hacer este trabajo para ti, para tu esposa y tus dos hijos. Y es un trabajo que se me antoja que, durante los primeros cuarenta minutos, va a ser para reavivar nuestras raíces. Y aquí va…

Se me erizó la piel cuando escuché Danza de fin de siglo, de José María Vitier. Y así, Jaime fue presentando cada tema musical de esta emisión privada de Esto no tiene nombre, tal como lo hacía todos los domingos en Radio Progreso, donde lo fundó y condujo durante once años.

Nos regaló la música del Trío Matamoros con Mi veneración y Frutas del Caney, la inconfundible voz de Bola de Nieve en Mesié Julián, el Mata Siguaraya de Lino Frías en la voz de Benny Moré, y dos joyas de Celia Cruz: De La Habana hasta aquí y Amores de un día. El viaje siguió con Duele, interpretada por Elena Burke con Froilán Amézaga en la guitarra, y cerró con Tributo al chachachá, de Meme Solís, Malena García Burke y Luis García.

Fue un recorrido musical y emocional por la memoria de Jaime: 31 años de radio cubana, especialmente en su querido Esto no tiene nombre, que tuvo su primera emisión el 5 de diciembre de 1982 y la última el 19 de diciembre de 1993, quince días después de su llegada a Estados Unidos. ¡Qué privilegio, Dios mío!, que un hombre como Jaime dedicara parte de su tiempo a hacer un programa sorpresa para un colega. Cerró con un fragmento de Tonada de amor, de Kiki Corona, y un mensaje final que nos arrancó más de una lágrima.

Eso tiene la radio: la capacidad de transmitir sentimientos, de estremecernos con voces, músicas y sonidos que nos transportan donde quieran el emisor y el receptor. Depende de la sensibilidad del primero para dar, y del segundo para recibir.

 
Relato del libro "Nunca me" fui dedicado a Jaime.

Después de publicar Nunca me fui, volvimos a vernos en Miami para la presentación de ese y otros de mis pininos literarios. Colaboramos en rescatar varios de sus trabajos hechos en Cuba, incluyendo fragmentos de emisiones de Esto no tiene nombre, hoy disponibles en mi canal de audio.


Jaime, amigo: que la luz te acompañe siempre en ese camino donde, estoy seguro, seguirás haciendo radio en busca de la paz eterna. Ojalá en Cuba tus oyentes te recuerden y la radio cubana dé a conocer la noticia de tu partida, y que Radio Progreso se anime incluso a poner uno de tus programas al aire. Después de todo, querido Jaime, fuiste parte de la historia de la radio cubana, y eso no lo puede negar nadie. Tú tampoco nunca te fuiste.

Comentarios

Entradas populares de este blog

'La vendedora de rosas' habla desde la cárcel El Pedregal, en Medellín

Lady Tabares seguirá entre rejas

Lady Tabares: una nueva desgracia en su vida