La radio: Mi primer amor
Por Ilse Bulit No había cumplido los cuatro años cuando llegó a mi hogar y me adueñé de él. Pesado, rectangular, una especie de cretona por delante, dos botones y la marca con sus dos estrellitas de cuatro puntas. Mi abuela me dijo que era un legítimo holandés. Nacida de un gran batido genético, nunca padecí de xenofobia, así que le entregué el corazón. Aquel radio, mi radio, se convirtió en mi primer amor. Y como todo primer amor, inolvidable. Unos meses después me enviciaba en la onda corta. De madrugada, a escondidas, la sintonizaba. Solo captaba la XEW de México. En este radio canté junto al Grillito Cricrí, me solidaricé con las hembras del teatro lorquiano, pero también conocí de bombas atómicas. No tuve más remedio que crecer y después de las muchas vueltas que damos los pobres, realicé el sueño: ya era periodista, pero periodista de prensa escrita, como decíamos entonces. Cierto defectillo en la pronunciación de la R, se atravesaba en mi camino. Crítica de radio Yo ama