La radio: arte y comunicación en sonidos
La radio como medio de comunicación se enfrenta a múltiples dicotomías y posiciones teóricas diferentes: medio de información, de difusión, de comunicación; arte, sub-arte, comunicación. A diferencia de otros lugares del mundo, la radio en Cuba surgió como un fenómeno artístico y de comunicación. Aunque en 1922 ya se acuñó el término radio-arte o arte radiofónico, persisten las inexactitudes. ¿Acaso comunicación y arte no están asociadas desde los comienzos de la humanidad? Les invito al debate y la reflexión sobre la radio como hecho comunicativo y artístico a través de los presupuestos de la experimentación.
Por Harold Santana Gaínza (Especial para 'El arte de hacer radio')
VOZ : ¿Radio...! ¿Qué es?
SONIDO : ACORDES MUSICALES INTERROGANTES.
MÉDICO : Un hueso del antebrazo.
MATEMÁTICO : La mitad del diámetro.
QUÍMICO : Un metal.
INGENIERO : Un dispositivo.
PERIODISTA : Un medio de información
COMUNICADOR : Un medio de comunicación
REALIZADOR : Un arte.
SONIDO : REITERA ACORDES ANTERIORES
VOZ : Finalmente... ¿Alguien puede decir qué es el o la radio?
SONIDO : LARGA PAUSA.
SONIDO : ACORDES DE CIERRE.
Radio: ¡Abrapalabra!
La radio es como un calidoscopio. En el universo de la comunicación mediática, es el apócope de dos términos parónimos: radiofonía y radiodifusión. El primero tiene connotación física y se refiere a la codificación, procesamiento y transmisión de la señal en forma de onda electromagnética; el segundo, implica la dimensión sociológica del fenómeno comunicativo a través de la radio.
Sin embargo, aquí no terminan las dicotomías semánticas de la palabra. Un sencillo artículo (el o la) determina que radio sea un dispositivo –como asevera el ingeniero- o un medio de comunicación.
La radio también es centro de las disquisiciones teóricas en torno a los llamados Mass Media. Al igual que la prensa plana, el cine, y la televisión, los sonidos del aire se debaten entre ser conceptuados como Medio de Información, Medio de Difusión o Medio de Comunicación Masivos. ¡Asistimos a la guerra entre los modelos comunicativos!
La realización radiofónica no escapa a las inexactitudes en las definiciones. ¿Qué es la radio? ¿Arte, sub-arte, medio para transmitir –comunicar- arte...?
¡Hágase el aire! ... Y fueron las ondas
La radio surgió con el apelativo anglófono de wireless (sin hilos). Guillermo Marconi y Alexander Popov se inspiraron en el descubrimiento de las ondas electrómagnéticas, hecho por Heinrich Hertz, y así inauguraron la era de la telegrafía inalámbrica.
Puntos y rayas en clave Morse... la radio era un medio de comunicación marítimo y militar. Los sobrevivientes del Titanic fueron salvados gracias a las ondas de radio emitidas desde el trasatlántico, y captadas por el buque Carpathia que acudió a mitigar el desastre.
El estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914, nos legó crónicas de horror; sin embargo, en esta etapa se desarrollaron investigaciones que potenciaron la evolución de la radio como medio de comunicación. ¡Qué precio tan alto tuvimos que pagar!
El perfeccionamiento del micrófono –incorporado al teléfono de Alexander Graham Bell- trajo las voces a la radio y la palabra hablada venció las distancias. A este acontecimiento siguieron la creación de la primera emisora en el mundo [1], el fonógrafo, el surgimiento de la BBC (1922), la publicidad en sonidos[2], el teatro escenificado desde la radio...
Radio Cubana: comunicación y arte... desde la génesis
22 de agosto de 1922. La Habana. 9 en punto. Un micrófono de carbón captaba el estruendo del anejo cañonazo. Después, la quietud del silencio... Luis Casas Romero, Teniente del Ejército Libertador y músico, tocó con una trompeta de juguete los primeros acordes de su criolla El Mambí; identificó a su planta –la 2LC-, leyó el parte del tiempo y nos legó el primer noticiero cubano. Sin haber sido reconocido como tal –aún en nuestros días- Casas Romero se convierte en el primer locutor[3] y realizador: el pionero de los artistas de la radio nacional.
El músico mambí había protagonizado una fusión entre el complejo proceso de la creación artística y la comunicación (intrapersonal, con el pueblo y las tradiciones autóctonas) para legarnos el género conocido como criolla, el cual sintetiza valores nacionales y estéticos.
Indudablemente, Casas Romero tenía definiciones conceptuales que influyeron en su desempeño en la radio. De forma subyacente, su dualidad de músico y comunicador (en síntesis, artista) le incitaba a actuar coherentemente desde los presupuestos de la lingüística del texto radiofónico.
La expresión radial constituye un lenguaje porque permite a un emisor transmitir informaciones, ideas, sentimientos y sensaciones (en forma de imágenes auditivas) a un receptor o radioyente. Este propósito se logra mediante la integración de elementos sonoros (palabra, música y efectos) y otro no sonoro: el silencio.
La primera experiencia radial de este hombre fue informativa por naturaleza, pero también artística, desde aristas comunicativas y estéticas. Luis Casas fue capaz de combinar armónicamente los constituyentes del lenguaje radiofónico. Un pequeño análisis:
· Efecto sonoro: cañonazo de la Habana
· Silencio: pausa tras el sonido del cañonazo para esperar el cese de la reverberación posterior (eco)
· Música: Acordes de la criolla El Mambí, interpretados por Casas con su trompeta de juguete. (Identificación de la planta)
· Palabra: voz de Luis Casas, identificando a la 2LC y lectura del parte meteorológico.
Aquí tenemos el story-line o escaleta del primer discurso radiofónico cubano, relevante por su coherencia lingüística: nótese como existen marcadores identitarios de cubanía (cañonazo, la criolla); se fomentan relaciones de asociación (Pieza El Mambí yuxtapuesta al texto hablado “Esta es la 2LC”, resultando así la identificación de la emisora y el vínculo posterior de la melodía con los mensajes de la planta).
La adecuada combinación de los elementos del lenguaje radiofónico hace del programa inaugural de la radio cubana un todo significativo, cuya expresión comunicativa es cualitativamente superior a la suma del sonido del cañonazo, el silencio, la música y la palabra empleados. Así quedaban establecidas las bases del radio-arte cubano.
La pantalla más grande del universo
Paradójicamente, una de las ventajas de la radio consiste en la ausencia de imagen visual. La principal virtud de la imagen televisiva –aparecer como una copia de la realidad- constituye también su principal limitación: hechizarnos hasta el punto de inhibir nuestra imaginación y capacidad crítica.
Los humanos somos capaces de transformar estímulos externos, percepciones y sensaciones en imágenes mentales[4]. Los filósofos sensualistas afirman que no hay nada en la mente que no haya estado antes en los sentidos. Este principio ha sido repetidamente confirmado por las doctrinas y experiencias positivistas; hasta la psicofisiología, la teoría psicológica de la percepción y la neurología, lo aceptan implícitamente.
La combinación artística de los elementos del lenguaje de la radio garantiza que el estímulo sonoro se convierta en imagen auditiva; posteriormente, se transforma en imagen mental y se “proyecta” en el pensamiento de cada persona que escucha la radio. ¡Comenzamos a imaginar!
El proceso de creación de imágenes mentales a partir de sonidos implica un necesario e imprescindible dominio del código radiofónico. El realizador debe conocer a la perfección todas las estructuras y principios del lenguaje de los sonidos, así como los componentes miméticos, simbólicos y arbitrarios de los mismos y sus posibilidades artísticas y comunicativas. Sólo así se podrá construir un mensaje sonoro eficaz, que evoque imágenes auditivas, las cuales condicionarán –instantáneamente y también a largo plazo- la formación de las imágenes mentales.
Para decodificar el mensaje emitido a través de las ondas, el oyente también debe conocer el lenguaje radiofónico establecido, socialmente compartido y arraigado en el público a través de su interacción con el entorno, los hábitos de audiencia y por la exposición a productos radiales que utilizan recursos sonoros expresivos (filtros, ecos, ecualizaciones), los cuales se complementan con el empleo de figuras literarias como metáforas, símiles, y simbolismos.
En sus orígenes, la radio “tomó prestados” otros códigos aprehendidos ya por el público (principalmente del cine, el teatro, la literatura, la prensa y la música) para elaborar su propio sistema semiótico. Grabaciones testimoniales de antaño confirman que los oyentes en las décadas del 30 y el 40 del pasado siglo, comprendieron el significado de los recursos sonoros empleados en las narraciones radiofónicas (montajes paralelos y flash-backs, así como la simbología de la música para la creación de atmósferas desde la maravillosa caja de sonidos).
La guerra de los mundos[5] es uno de los ejemplos más representativos de las posibilidades artísticas, expresivas y comunicativas de la radio. En una noche de Halloween, La Guerra.., irrumpió en los hogares norteamericanos como una “verdadera” invasión marciana a la tierra. El genial realizador Orson Welles transmitió el espectáculo como un programa de música, interrumpido por reporteros y científicos que describían el comienzo de un Apocalipsis. Y a pesar de la advertencia reiterada:
LOCUTOR: Están escuchando la CBS en la presentación de Orson Welles y el Teatro Mercury del Aire, con una dramatización original de La Guerra de los Mundos, de H. G. Wells. Continuará en un breve intervalo... [6]
El resultado fue el caos: intentos de suicidios, pánico, abortos, accidentes automovilísticos, el tráfico paralizado...
Los principios radiofónicos utilizados para representar en las ondas una invasión marciana articulan un relato pleno, totalizador, austero, desnudo y preciso, que no necesita el soporte de ninguna representación icónica óptica o visual para conducir al radioyente hacia lo esencial, hacia la idea pura, hacia la construcción de una realidad totalmente irreal pero creíble [7].
Después de esta experiencia, Welles comprendió la repercusión social de la comunicación y el arte radiofónicos y declaró: “La radio es la pantalla más grande del universo”.
El arte radiofónico
La evolución de la civilización humana demuestra que el arte fue resultado de la comunicación. El trabajo y la interacción social determinaron la aparición de formas comunicativas –con los semejantes y con las deidades- como las pinturas rupestres, la música, las danzas mágicas y el lenguaje articulado. Estas manifestaciones (artísticas) surgieron para satisfacer las necesidades vitales de la comunidad, invocar fuerzas sobrenaturales, compartir ideas, sentimientos...
La impronta de la comunicación también ha influido en el desarrollo y consolidación de las formas expresivas de la radio. Esta interacción arte-comunicación ha condicionado la evolución del lenguaje radiofónico y sus códigos.
La discusión contemporánea en torno al fenómeno artístico de la radio se expresa en una multiplicidad de términos: arte, radio-arte, arte radiofónico, radio artística.
A nivel internacional, la radio actual se caracteriza por un dominio casi absoluto de la información. En este contexto, hablar de radio-arte puede resultar extraño. Sin embargo, en los albores de la radio -a finales de la década de 1920- el artista alemán Kurt Weill postulaba los principios del radio-arte absoluto, y exigía que... a las cadencias y ritmos de la música se aunaran nuevos sonidos, los sonidos de otros ámbitos: las voces humanas y animales, el canto de la naturaleza, el susurro de los vientos, del agua y de los árboles, y luego un ejército de nuevos tonos inauditos que el micrófono podría producir de manera artificial por medio de ondas sonoras aumentadas o niveladas, superpuestas o mezcladas, disipadas y nuevamente concebidas.[8]
A través del ordenamiento estético del sonido, el radio-arte evidencia sus posibilidades comunicativas y expande el lenguaje propio del medio: programas experimentales desde la electroacústica, o cine para los oídos –ahora que la digitalización ofrece un potencial ilimitado. Es tiempo de modificar la sintaxis del discurso sonoro, enfrentar nuevas formas, nuevos significados y nuevos referentes para nuestro arte.
Cada obra deberá ser una búsqueda, pero también un reencuentro: con el asombro, con lo inaudito, con la multiplicidad de la expresión en sonidos. Se trata de la concepción de un arte vívido, independiente de formulas prefijadas en manuales; un arte portador de movimiento, compromiso, y transgresión.
La función social de la radio artística es la humanización de la experiencia para despertar voluntades y conciencias que movilicen a la acción. Esta perspectiva reivindica la narratividad como práctica discursiva, valora lo cotidiano como materia prima para el repertorio temático de la radiodifusión, potencia el principio de verosimilitud y también las vastas posibilidades que se abren en las zonas de fractura y erosión de la realidad. El arte debe empezar allí donde hay imperfección, no para lapidar sino en busca de soluciones participativas.
“Comunicar para transformar” deberá ser la premisa del radio-arte contemporáneo. Sólo así, salvaremos a nuestra radio de caer tras las rejas de la Industria Cultural, donde los consumidores buscan escapar al aburrimiento y todo cuanto se resiste a lo fácil, superficial y conformista tiende a ser neutralizado. Paralelamente, la llamada “dinámica industrial” de la producción radiofónica no podrá ser una excusa para limitar las posibilidades expresivas del arte en sonidos.
Es obvio que no toda la pintura es arte; lo mismo sucede con la radio: no todas las combinaciones sonoras constituyen arte. El arte radiofónico será ante todo el resultado de una intención comunicativa eficaz; será portador de elementos de representación y significación que le confieran carácter universal desde el entorno –comunitario, provincial, nacional-; sus valores estéticos y semánticos serán la expresión de los intereses del hombre como ser social.
La radio –ese medio de sonidos- es una tríada: desde la esencia, tecnología para comunicar; desde los propósitos, un medio de comunicación social (es tiempo de democratizar la radio, no solo desde los mensajes, sino también desde la léxico-semántica, para remplazar los términos información y difusión por comunicación). Es un excelente momento para desterrar el apelativo de masivo –con toda su homogenización y anonimato inherentes- y cambiarlo por social); desde el producto final, la radio es y debe ser siempre arte, sin distinciones entre noticiarios, programas musicales, culturales o dramatizados.
Realizadores, guionistas, locutores, periodistas, actores, comunicadores y oyentes... todos somos responsables de equilibrar la balanza: ni comunicación artística, ni arte para la comunicación...
VOZ : Entonces... ¿Qué es la radio?
SONIDO : ACORDES MUSICALES INTERROGANTES.
TODOS : (A CORO) ¡Arte y comunicación!
SONIDO : OTROS ACORDITOS.
TODOS (A CORO) ¡Comunicación y arte!
SONIDO : ACORDES A MODO DE CIERRE.
Por Harold Santana Gaínza (Especial para 'El arte de hacer radio')
VOZ : ¿Radio...! ¿Qué es?
SONIDO : ACORDES MUSICALES INTERROGANTES.
MÉDICO : Un hueso del antebrazo.
MATEMÁTICO : La mitad del diámetro.
QUÍMICO : Un metal.
INGENIERO : Un dispositivo.
PERIODISTA : Un medio de información
COMUNICADOR : Un medio de comunicación
REALIZADOR : Un arte.
SONIDO : REITERA ACORDES ANTERIORES
VOZ : Finalmente... ¿Alguien puede decir qué es el o la radio?
SONIDO : LARGA PAUSA.
SONIDO : ACORDES DE CIERRE.
Radio: ¡Abrapalabra!
La radio es como un calidoscopio. En el universo de la comunicación mediática, es el apócope de dos términos parónimos: radiofonía y radiodifusión. El primero tiene connotación física y se refiere a la codificación, procesamiento y transmisión de la señal en forma de onda electromagnética; el segundo, implica la dimensión sociológica del fenómeno comunicativo a través de la radio.
Sin embargo, aquí no terminan las dicotomías semánticas de la palabra. Un sencillo artículo (el o la) determina que radio sea un dispositivo –como asevera el ingeniero- o un medio de comunicación.
La radio también es centro de las disquisiciones teóricas en torno a los llamados Mass Media. Al igual que la prensa plana, el cine, y la televisión, los sonidos del aire se debaten entre ser conceptuados como Medio de Información, Medio de Difusión o Medio de Comunicación Masivos. ¡Asistimos a la guerra entre los modelos comunicativos!
La realización radiofónica no escapa a las inexactitudes en las definiciones. ¿Qué es la radio? ¿Arte, sub-arte, medio para transmitir –comunicar- arte...?
¡Hágase el aire! ... Y fueron las ondas
La radio surgió con el apelativo anglófono de wireless (sin hilos). Guillermo Marconi y Alexander Popov se inspiraron en el descubrimiento de las ondas electrómagnéticas, hecho por Heinrich Hertz, y así inauguraron la era de la telegrafía inalámbrica.
Puntos y rayas en clave Morse... la radio era un medio de comunicación marítimo y militar. Los sobrevivientes del Titanic fueron salvados gracias a las ondas de radio emitidas desde el trasatlántico, y captadas por el buque Carpathia que acudió a mitigar el desastre.
El estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914, nos legó crónicas de horror; sin embargo, en esta etapa se desarrollaron investigaciones que potenciaron la evolución de la radio como medio de comunicación. ¡Qué precio tan alto tuvimos que pagar!
El perfeccionamiento del micrófono –incorporado al teléfono de Alexander Graham Bell- trajo las voces a la radio y la palabra hablada venció las distancias. A este acontecimiento siguieron la creación de la primera emisora en el mundo [1], el fonógrafo, el surgimiento de la BBC (1922), la publicidad en sonidos[2], el teatro escenificado desde la radio...
Radio Cubana: comunicación y arte... desde la génesis
22 de agosto de 1922. La Habana. 9 en punto. Un micrófono de carbón captaba el estruendo del anejo cañonazo. Después, la quietud del silencio... Luis Casas Romero, Teniente del Ejército Libertador y músico, tocó con una trompeta de juguete los primeros acordes de su criolla El Mambí; identificó a su planta –la 2LC-, leyó el parte del tiempo y nos legó el primer noticiero cubano. Sin haber sido reconocido como tal –aún en nuestros días- Casas Romero se convierte en el primer locutor[3] y realizador: el pionero de los artistas de la radio nacional.
El músico mambí había protagonizado una fusión entre el complejo proceso de la creación artística y la comunicación (intrapersonal, con el pueblo y las tradiciones autóctonas) para legarnos el género conocido como criolla, el cual sintetiza valores nacionales y estéticos.
Indudablemente, Casas Romero tenía definiciones conceptuales que influyeron en su desempeño en la radio. De forma subyacente, su dualidad de músico y comunicador (en síntesis, artista) le incitaba a actuar coherentemente desde los presupuestos de la lingüística del texto radiofónico.
La expresión radial constituye un lenguaje porque permite a un emisor transmitir informaciones, ideas, sentimientos y sensaciones (en forma de imágenes auditivas) a un receptor o radioyente. Este propósito se logra mediante la integración de elementos sonoros (palabra, música y efectos) y otro no sonoro: el silencio.
La primera experiencia radial de este hombre fue informativa por naturaleza, pero también artística, desde aristas comunicativas y estéticas. Luis Casas fue capaz de combinar armónicamente los constituyentes del lenguaje radiofónico. Un pequeño análisis:
· Efecto sonoro: cañonazo de la Habana
· Silencio: pausa tras el sonido del cañonazo para esperar el cese de la reverberación posterior (eco)
· Música: Acordes de la criolla El Mambí, interpretados por Casas con su trompeta de juguete. (Identificación de la planta)
· Palabra: voz de Luis Casas, identificando a la 2LC y lectura del parte meteorológico.
Aquí tenemos el story-line o escaleta del primer discurso radiofónico cubano, relevante por su coherencia lingüística: nótese como existen marcadores identitarios de cubanía (cañonazo, la criolla); se fomentan relaciones de asociación (Pieza El Mambí yuxtapuesta al texto hablado “Esta es la 2LC”, resultando así la identificación de la emisora y el vínculo posterior de la melodía con los mensajes de la planta).
La adecuada combinación de los elementos del lenguaje radiofónico hace del programa inaugural de la radio cubana un todo significativo, cuya expresión comunicativa es cualitativamente superior a la suma del sonido del cañonazo, el silencio, la música y la palabra empleados. Así quedaban establecidas las bases del radio-arte cubano.
La pantalla más grande del universo
Paradójicamente, una de las ventajas de la radio consiste en la ausencia de imagen visual. La principal virtud de la imagen televisiva –aparecer como una copia de la realidad- constituye también su principal limitación: hechizarnos hasta el punto de inhibir nuestra imaginación y capacidad crítica.
Los humanos somos capaces de transformar estímulos externos, percepciones y sensaciones en imágenes mentales[4]. Los filósofos sensualistas afirman que no hay nada en la mente que no haya estado antes en los sentidos. Este principio ha sido repetidamente confirmado por las doctrinas y experiencias positivistas; hasta la psicofisiología, la teoría psicológica de la percepción y la neurología, lo aceptan implícitamente.
La combinación artística de los elementos del lenguaje de la radio garantiza que el estímulo sonoro se convierta en imagen auditiva; posteriormente, se transforma en imagen mental y se “proyecta” en el pensamiento de cada persona que escucha la radio. ¡Comenzamos a imaginar!
El proceso de creación de imágenes mentales a partir de sonidos implica un necesario e imprescindible dominio del código radiofónico. El realizador debe conocer a la perfección todas las estructuras y principios del lenguaje de los sonidos, así como los componentes miméticos, simbólicos y arbitrarios de los mismos y sus posibilidades artísticas y comunicativas. Sólo así se podrá construir un mensaje sonoro eficaz, que evoque imágenes auditivas, las cuales condicionarán –instantáneamente y también a largo plazo- la formación de las imágenes mentales.
Para decodificar el mensaje emitido a través de las ondas, el oyente también debe conocer el lenguaje radiofónico establecido, socialmente compartido y arraigado en el público a través de su interacción con el entorno, los hábitos de audiencia y por la exposición a productos radiales que utilizan recursos sonoros expresivos (filtros, ecos, ecualizaciones), los cuales se complementan con el empleo de figuras literarias como metáforas, símiles, y simbolismos.
En sus orígenes, la radio “tomó prestados” otros códigos aprehendidos ya por el público (principalmente del cine, el teatro, la literatura, la prensa y la música) para elaborar su propio sistema semiótico. Grabaciones testimoniales de antaño confirman que los oyentes en las décadas del 30 y el 40 del pasado siglo, comprendieron el significado de los recursos sonoros empleados en las narraciones radiofónicas (montajes paralelos y flash-backs, así como la simbología de la música para la creación de atmósferas desde la maravillosa caja de sonidos).
La guerra de los mundos[5] es uno de los ejemplos más representativos de las posibilidades artísticas, expresivas y comunicativas de la radio. En una noche de Halloween, La Guerra.., irrumpió en los hogares norteamericanos como una “verdadera” invasión marciana a la tierra. El genial realizador Orson Welles transmitió el espectáculo como un programa de música, interrumpido por reporteros y científicos que describían el comienzo de un Apocalipsis. Y a pesar de la advertencia reiterada:
LOCUTOR: Están escuchando la CBS en la presentación de Orson Welles y el Teatro Mercury del Aire, con una dramatización original de La Guerra de los Mundos, de H. G. Wells. Continuará en un breve intervalo... [6]
El resultado fue el caos: intentos de suicidios, pánico, abortos, accidentes automovilísticos, el tráfico paralizado...
Los principios radiofónicos utilizados para representar en las ondas una invasión marciana articulan un relato pleno, totalizador, austero, desnudo y preciso, que no necesita el soporte de ninguna representación icónica óptica o visual para conducir al radioyente hacia lo esencial, hacia la idea pura, hacia la construcción de una realidad totalmente irreal pero creíble [7].
Después de esta experiencia, Welles comprendió la repercusión social de la comunicación y el arte radiofónicos y declaró: “La radio es la pantalla más grande del universo”.
El arte radiofónico
La evolución de la civilización humana demuestra que el arte fue resultado de la comunicación. El trabajo y la interacción social determinaron la aparición de formas comunicativas –con los semejantes y con las deidades- como las pinturas rupestres, la música, las danzas mágicas y el lenguaje articulado. Estas manifestaciones (artísticas) surgieron para satisfacer las necesidades vitales de la comunidad, invocar fuerzas sobrenaturales, compartir ideas, sentimientos...
La impronta de la comunicación también ha influido en el desarrollo y consolidación de las formas expresivas de la radio. Esta interacción arte-comunicación ha condicionado la evolución del lenguaje radiofónico y sus códigos.
La discusión contemporánea en torno al fenómeno artístico de la radio se expresa en una multiplicidad de términos: arte, radio-arte, arte radiofónico, radio artística.
A nivel internacional, la radio actual se caracteriza por un dominio casi absoluto de la información. En este contexto, hablar de radio-arte puede resultar extraño. Sin embargo, en los albores de la radio -a finales de la década de 1920- el artista alemán Kurt Weill postulaba los principios del radio-arte absoluto, y exigía que... a las cadencias y ritmos de la música se aunaran nuevos sonidos, los sonidos de otros ámbitos: las voces humanas y animales, el canto de la naturaleza, el susurro de los vientos, del agua y de los árboles, y luego un ejército de nuevos tonos inauditos que el micrófono podría producir de manera artificial por medio de ondas sonoras aumentadas o niveladas, superpuestas o mezcladas, disipadas y nuevamente concebidas.[8]
A través del ordenamiento estético del sonido, el radio-arte evidencia sus posibilidades comunicativas y expande el lenguaje propio del medio: programas experimentales desde la electroacústica, o cine para los oídos –ahora que la digitalización ofrece un potencial ilimitado. Es tiempo de modificar la sintaxis del discurso sonoro, enfrentar nuevas formas, nuevos significados y nuevos referentes para nuestro arte.
Cada obra deberá ser una búsqueda, pero también un reencuentro: con el asombro, con lo inaudito, con la multiplicidad de la expresión en sonidos. Se trata de la concepción de un arte vívido, independiente de formulas prefijadas en manuales; un arte portador de movimiento, compromiso, y transgresión.
La función social de la radio artística es la humanización de la experiencia para despertar voluntades y conciencias que movilicen a la acción. Esta perspectiva reivindica la narratividad como práctica discursiva, valora lo cotidiano como materia prima para el repertorio temático de la radiodifusión, potencia el principio de verosimilitud y también las vastas posibilidades que se abren en las zonas de fractura y erosión de la realidad. El arte debe empezar allí donde hay imperfección, no para lapidar sino en busca de soluciones participativas.
“Comunicar para transformar” deberá ser la premisa del radio-arte contemporáneo. Sólo así, salvaremos a nuestra radio de caer tras las rejas de la Industria Cultural, donde los consumidores buscan escapar al aburrimiento y todo cuanto se resiste a lo fácil, superficial y conformista tiende a ser neutralizado. Paralelamente, la llamada “dinámica industrial” de la producción radiofónica no podrá ser una excusa para limitar las posibilidades expresivas del arte en sonidos.
Es obvio que no toda la pintura es arte; lo mismo sucede con la radio: no todas las combinaciones sonoras constituyen arte. El arte radiofónico será ante todo el resultado de una intención comunicativa eficaz; será portador de elementos de representación y significación que le confieran carácter universal desde el entorno –comunitario, provincial, nacional-; sus valores estéticos y semánticos serán la expresión de los intereses del hombre como ser social.
La radio –ese medio de sonidos- es una tríada: desde la esencia, tecnología para comunicar; desde los propósitos, un medio de comunicación social (es tiempo de democratizar la radio, no solo desde los mensajes, sino también desde la léxico-semántica, para remplazar los términos información y difusión por comunicación). Es un excelente momento para desterrar el apelativo de masivo –con toda su homogenización y anonimato inherentes- y cambiarlo por social); desde el producto final, la radio es y debe ser siempre arte, sin distinciones entre noticiarios, programas musicales, culturales o dramatizados.
Realizadores, guionistas, locutores, periodistas, actores, comunicadores y oyentes... todos somos responsables de equilibrar la balanza: ni comunicación artística, ni arte para la comunicación...
VOZ : Entonces... ¿Qué es la radio?
SONIDO : ACORDES MUSICALES INTERROGANTES.
TODOS : (A CORO) ¡Arte y comunicación!
SONIDO : OTROS ACORDITOS.
TODOS (A CORO) ¡Comunicación y arte!
SONIDO : ACORDES A MODO DE CIERRE.
Notas:
[1] KDKA (1 de noviembre de 1920), emisora que transmitió desde Pittsburg, Estados Unidos. En la década del 30 del pasado siglo, esta planta se recepcionaba en Santiago de Cuba. El periódico santiaguero Diario de Cuba, publicaba la programación de KDKA.
[2] 28 de agosto de 1922. La Queensboro Corporation (Estados Unidos) pagó 50 dólares a la emisora neoyorkina WEAF por un mensaje de diez minutos para promocionar la venta de apartamentos.
[3] Injustamente, la historiografía de la radio cubana reconoce a Raúl Falcón (bilingüe) y Remberto O´Farril como los primeros locutores cubanos.
[4] Joan Costa: “La imagen corporativa del siglo XXI”, en Comunicación, imagen e identidad corporativa, Selección de lecturas, Editorial Félix Varela , La Habana, 2005.
[5] Adaptación de la novela homónima de H.G. Wells, transmitida como radio-drama por la CBS, el 30 de octubre de 1938.
[6] Lourdes Novalbos Bou: Paisaje sonoro de una invasión marciana. Universidad de Valencia, Valencia, 1999, p.5. Parlamento de continuidad para identificar a intervalos la versión radiofónica de La Guerra de los mundos.
[7] Ibid. p.12
[8] AMARC: El arte radiofónico. En http:http://www.radialistas.net/ .
Santana Gaínza, Harold (Santiago de Cuba, 1978). Máster en Ciencias de la Comunicación. Realizador y locutor. Profesor de Comunicación Audiovisual. Miembro de la UNEAC. Galardonado en concursos provinciales y nacionales de la radio y la televisión. Gran Premio a la Maestría Creadora Antonio Lloga In Memoriam 2007.
[1] KDKA (1 de noviembre de 1920), emisora que transmitió desde Pittsburg, Estados Unidos. En la década del 30 del pasado siglo, esta planta se recepcionaba en Santiago de Cuba. El periódico santiaguero Diario de Cuba, publicaba la programación de KDKA.
[2] 28 de agosto de 1922. La Queensboro Corporation (Estados Unidos) pagó 50 dólares a la emisora neoyorkina WEAF por un mensaje de diez minutos para promocionar la venta de apartamentos.
[3] Injustamente, la historiografía de la radio cubana reconoce a Raúl Falcón (bilingüe) y Remberto O´Farril como los primeros locutores cubanos.
[4] Joan Costa: “La imagen corporativa del siglo XXI”, en Comunicación, imagen e identidad corporativa, Selección de lecturas, Editorial Félix Varela , La Habana, 2005.
[5] Adaptación de la novela homónima de H.G. Wells, transmitida como radio-drama por la CBS, el 30 de octubre de 1938.
[6] Lourdes Novalbos Bou: Paisaje sonoro de una invasión marciana. Universidad de Valencia, Valencia, 1999, p.5. Parlamento de continuidad para identificar a intervalos la versión radiofónica de La Guerra de los mundos.
[7] Ibid. p.12
[8] AMARC: El arte radiofónico. En http:http://www.radialistas.net/ .
Santana Gaínza, Harold (Santiago de Cuba, 1978). Máster en Ciencias de la Comunicación. Realizador y locutor. Profesor de Comunicación Audiovisual. Miembro de la UNEAC. Galardonado en concursos provinciales y nacionales de la radio y la televisión. Gran Premio a la Maestría Creadora Antonio Lloga In Memoriam 2007.
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