Benedetti: Al buen amor se lo llevó la muerte

El poeta, narrador, dramaturgo y ensayista uruguayo Mario Benedetti (Paso de los Toros, Uruguay, 1920) ha muerto este domingo en Montevideo a la edad de 88 años. A Benedetti lo conocí personalmente en la Casa de las Américas, en La Habana, en uno de sus recitales con el trovador Silvio Rodríguez.
Aquel encuentro está intacto en mi memoria. Ese día el poeta no dejó a nadie indiferente. Silvio tampoco. La fusión de poesía y música estremeció el edificio en el que Benedetti fundó en 1968 el Centro de Investigaciones Literarias que dirigió hasta 1971.



Pulse el reproductor para escuchar a Viglietti cuando hace mención a la obra de Benedetti
En este post reproduzco la entrevista que en junio de 2007, mi colega y amigo Carlos Montero le hiciera a Mario Benedetti en Montevideo (publicada en Radio Nederland, la emisora mundial de Holanda). Incluyo también lo que me dijo de Benedetti el cantadutor Daniel Viglieti, en el programa 'A desalambrar', de la serie 'Cuando el canto es poesía', producida por la misma casa radial.

Nos dejó 80 obras como legado
Se nos fue un escritor que deja como legado 80 obras, entre novelas ('La tregua', 'Gracias por el fuego', 'El cumpleaños de Juan Angel'); poemarios ('Sólo mientras tanto', 'Poemas de la oficina', 'Viento del exilio') y cuentos ('Montevideanos', 'Recuerdos olvidados', 'Despistes y franquezas'), marcados por el amor, la solidaridad y, a medida que pasaba el tiempo, por la muerte.
En agosto de 2008 Benedetti nos regaló su última obra publicada, el poemario 'Testigo de uno mismo', una obra en la que presentía ya el final de sus días, a la vez que insistía en la soledad sin su amada Luz (su esposa, fallecida en 2006, a quien tuvo a su lado durante 60 años de matrimonio).
Acontece la noche y estoy solo/ cargo conmigo mismo a duras penas/ al buen amor se lo llevó la muerte/ y no sé para quién seguir viviendo. 'Testigo de uno mismo', Mario Benedetti.
Benedetti: 'La globalización es la agonía sin fin para la esperanza'
Por Carlos Montero, corresponsal de Radio Nederland para MERCOSUR.

El escritor Mario Benedetti (1920-2009) define la globalización como "la agonía sin fin de la esperanza", en texto inédito que estrena ante Radio Nederland. En entrevista con nuestra emisora, el ganador del premio Reina Sofía de España, y autor más leído en la historia de Uruguay, analiza el compromiso del escritor en su literatura y los diferentes cambios hacia la izquierda en Latinoamérica.

Hace medio siglo, en el 'Indice Crítico de la Literatura Hispanoamericana' (1954), ya se lo preveía como "narrador de avanzadas tendencias". En 86 años, escondió en Uruguay al líder tupamaro Raúl Sendic; fue amenazado de muerte entre los indeseables del peronismo de López Rega en Argentina; lo echaron de Perú por la novela "La Tregua", y el Subcomandante Marcos en México tomó el alias de su novela "El Cumpleaños de Juan Angel".

Antes de volver definitivamente a Uruguay -luego de su residencia y viajes constantes a España- recibió en 1997 el doctorado honoris causa de la Universidad de Alicante, por su "impulso conversacional de elevar el lenguaje cotidiano, repleto de guiños cómplices, a la categoría de la expresión poética".

En poesías cantadas por Joan Manuel Serrat y Nacha Guevara, en novelas llevadas al cine, en artículos y ensayos, Benedetti se destaca por la sencillez y falta de vanidad. Tras 60 años en que no pudo vivir de la literatura y un cuarto de siglo en que finalmente lo logró, admite falta de vocación como dirigente político, ve límites del periodismo y subraya la importancia de preservar el castellano.

Radio Nederland.- Ud. es tenido como escritor muy comprometido con el castellano. ¿Hacia dónde ve que apunta en estos momentos la reivindicación de nuestra lengua?
Mario Benedetti.- Bueno, hay que ver que es la tercera lengua a nivel mundial. De modo que, en eso mismo, el castellano funda su potencia, su fuerza. Y tengo la impresión de que esa fuerza va a ir aumentando.

RN.- El IV Congreso de la Lengua reafirmó la importancia del español, ¿ve un deseo de imponerse o preservarse de lo que significa el inglés en el mundo?
MB.- Yo creo, en primer término, que quiere preservarse.

RN.- ¿Cuánto cree que ha influido la globalización cultural?
MB.- Te leo un escrito sobre la globalización, que tengo inédito: "De un tiempo a esta parte, nuestro enemigo no tiene enemigos. Y, en consecuencia, todo lo ve global, todo absoluto. Sus neuronas son espingardas, sus pensamientos son arcabuces, su corazón unidad blindada. Para sus malditos creadores, la globalización significa la captura ad infinitum del poder omnímodo. Pero es también el sistema adicional de acabar con la Humanidad. Tal vez sus gestores no advirtieron que la Humanidad no sólo incluye a los seres comunes, a los intelectuales y a los menesterosos, sino también a los dueños del poder, a los fabricantes de misiles y a los empresarios de la muerte. La globalización desprecia a todo lo no global, desde el desmesurado universo hasta el grillo minúsculo y sonoro. Es la agonía sin fin de la esperanza, el futuro inundado de malogros, el desperdicio de la soledad. La globalización es un volcán sin nombre. Y su lava hirviente y derramada acaba con las faunas y las floras".

RN.- ¿Y cuánto influyó en su obra la vida de emigrante, que también tiene que ver con el tránsito del humano por el globo? En el poema 'Vuelvo', Ud. dice que le queda "nostalgia del exilio"…
MB.- Hay como una doble consecuencia. Durante el exilio uno está constantemente añorando su propio país. Eso es evidente. Pero en el exilio uno se va encontrando con gente que desconocía y que, de algún modo, le aporta cosas nuevas. Así que, por un lado uno sufre la añoranza de su ciudad, pero por otro lado aprende también cosas. Uno va haciendo amigos en las ciudades del exilio. Yo tuve bastante poder de comunicación con la gente en el exilio. Incluso, entonces, uno va aprendiendo cosas. Por eso, cuando está allí uno tiene añoranzas y cuando está de vuelta en su ciudad también le queda, un poco, nostalgia del exilio.

RN.- ¿O sea que, cuando volvió, ya no es el mismo que cuando se fue?
MB.- No. Primero yo no soy el mismo que cuando me fui. Y el país y la ciudad a las que volví tampoco son las mismas.

RN.- ¿En qué medida en su tarea está la meta de incidir al escribir y describir?
MB.- Nunca me creí tan vanidoso como para tener ese tipo de influencias. Creo que he sido un escritor modesto siempre…

RN.- … y, además, periodista. ¿Incluye al buen periodismo en la literatura o lo considera un oficio menor?
MB.- El periodismo podría ser un oficio muy interesante y muy revelador. Pero, lo que pasa, es que el periodismo está muy sometido a las grandes empresas y muy sometido al poder omnímodo de la gran potencia. De modo que es muy difícil encontrar el periodismo independiente que uno querría.

RN.- Le tocó trabajar con grandes periodistas, ¿cuáles lo marcaron?
MB.- Por supuesto, Carlos Quijano (director del semanario 'Marcha') fue un personaje ejemplar. Trató de hacer un periodismo independiente y nos enseñó muchas cosas.

RN.- Tenía en España de vecino a otro periodista, compañero suyo en 'Marcha' y que pecaba de escritor como Ud., (el premio Cervantes) Juan Carlos Onetti. ¿Cómo fue vuestra relación en el exilio?
MB.- A Onetti yo lo conocía de Montevideo, pero hice una mejor y más frecuente relación con él en España. Después que se pudo ir no volvió más a Uruguay. Yo vivía cerca de su casa e iba dos o tres veces por semana. Tuvimos muy buena amistad, discutíamos de mil cosas. Al final ya no reconocía a nadie. Estuve con él incluso hasta que murió. En el momento que murió fuí el único que estuve allí. Fue una relación amistosa, que no era de maestro a discípulo, sino entre amigos.

RN.- Horacio Quiroga enseñaba en el 'Decálogo del Buen Cuentista' que todo autor debe tener a un escritor como ejemplo antes de alcanzar su propio estilo o voz. ¿Quién lo fue en su caso?
MB.- La primera influencia para mí, que fue fundamental, fue el poeta argentino Baldomero Fernández Moreno, que no ha sido después muy reconocido. Fue importante para mí porque lo que se escribía en aquella época en el Río de la Plata era una literatura hermética, misteriosa, que a los lectores les pasaba por arriba. No llegaban a entender bien esa literatura tan esotérica. Yo decía: no puedo escribir lo que están escribiendo mis contemporáneos; yo no quiero escribir esa literatura, sino la que se me entienda. Cuando me encuentro con la obra de Baldomero Fernández Moreno -que era muy buena del punto de vista literario pero muy sencilla y que cualquiera la podía entender- entonces digo: esto es lo que yo quiero. Esta fue mi primera influencia. La que me hizo entender que yo podía hacer una literatura sencilla y que fuera literatura.

RN.- En cambio su obra ha recibido la carga de los críticos por el recurso al arte de urgencia. ¿Considera que falta compromiso de muchos intelectuales y hasta dónde debe reflejarse dentro de su obra el compromiso del autor?
MB.- Eso depende de cada autor. Hay escritores magníficos que, sin embargo, no escribieron una literatura comprometida. Y otros que escribieron una literatura comprometida y que no han tenido la suficiente difusión. Depende de cada uno, de la vanidad o la modestia de cada escritor también.

RN.- ¿En el caso suyo admite que su tiempo está presente en la obra?
MB.- Yo creo que sí, que la realidad está presente. No siempre es una literatura comprometida políticamente, pero la realidad ha estado presente siempre en mi literatura.

RN.- En 1968 expuso en La Habana "Sobre las relaciones entre el hombre de acción y el intelectual" y escribió en 1974 "El escritor latinoamericano y la revolución posible". Al ver hoy a la izquierda y centroizquierda gobernar en Latinoamérica, ¿le provoca satisfacción o escepticismo?
MB.- Me provoca satisfacción. Me parece que ha sido un viraje importante que ha habido en Latinoamérica. Varios de los países, sobre todo del área del Pacífico, han tenido una evolución importante. Pero lo curioso es que, aunque todos presentan una actitud progresista y crítica de los Estados Unidos, en cada país el estilo es diferente, porque cada país tiene una historia distinta, un origen distinto y, a veces, hasta una integración racial distinta. En Uruguay ha habido un avance, evidentemente, distinto al de los demás países de la propia América Latina. Yo tuve una intervención política, un poco a mi pesar. Esa intervención sirvió para convencerme de que yo no tenía la menor vocación de dirigente político. Incluso, cuando volví del exilio, en varios movimientos me ofrecieron que fuera dirigente. Y yo no acepté, porque aquella vieja militancia mía como político me convenció de que yo no tengo vocación para eso.

RN.- Viendo su periplo, ¿le asusta repasar los 60 años luchando para vivir como escritor y el cuarto de siglo desde que lo logró?
MB.- ¿Si me asusta? No, no me asusta. Son actividades que yo cumplí durante mi vida de acuerdo con mi conciencia. Yo sé que corrí riesgos, de alguno de los cuales me salvé raspando. Pero, no me arrepiento de eso. Sé que sufrí con esas cosas pero no me arrepiento. Lo que sí sé es que no lo volvería a repetir.

RN.- Tantos humanos -que no vivieron la décima parte- dicen que si volvieran a vivir harían todo lo mismo, ¿y Ud. considera que podría vivir otra vida diferente o con otras opciones?
MB.- Como yo no sé si voy a vivir de nuevo… No tengo la menor convicción de que después de la muerte venga otra vida, así que me alcanza con preocuparme con la actual. No me voy a poner a preocupar por otra vida, que no sé si la tendré.


Lea también: Benedetti, ¿poeta demasiado fácil?

Comentarios

  1. juan Carlos es exelente lo que has hecho sobre Benedetti, me tome el atrevimiento de copy paste y lo publiqué en piedraonline.blogspot.com
    De herir tu trabajo ruego me lo hagas saber y levanto el post. Muchas Gracias. Juan Franco de Argentina.-

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