Programas de radio con poca influencia en las elecciones

Tras consultar a varios expertos del mundo de la radio, en febrero de este año, la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos, anticipaba que los programas de radio de tertulias o charlas con la participación de los oyentes, tenían escasa influencia, o ninguna, en la campaña presidencial de 2008.

El ‘Servicio Noticioso desde Washington’ que edita esa oficina citaba entonces a Tim Cuprisin, columnista de radio y televisión en el diario ‘Milwaukee Journal Sentinel’, que se publica en Wisconsin. Según él, la supuesta influencia política de los programas de radio de tertulias “siempre son exagerados por los mismos” presentadores de los programas. El formato de estos programas consiste en conversaciones entre los presentadores y los oyentes que llaman por teléfono al programa.

Entretanto, otro de los consultados, Michael Harrison, director de la revista ‘Talkers Magazine’, que se publica en Massachusetts, y considerada como la “biblia” de los programas de tertulia y charlas en la radio estadounidense, decía que desde hace 20 años le preguntan acerca de la influencia de los programas de radio en la política estadounidense y siempre da la misma respuesta: “Es un concepto absurdo”.

La única manera en que un presentador de radio “podría influir de algún modo” en la política sería si las elecciones fuesen ahora, decía Harrison en febrero pasado. La cantidad de gente que se precisa para crear un movimiento de masas en la política, precisaba Harrison, es “mucho mayor” que la cantidad de oyentes de cualquier programa de radio en particular.

Tim Cuprisin aseguraba que en Estados Unidos estos programas, en especial los de corte político conservador, “se orientan a un nicho dentro del Partido Republicano, y está claro” que en las elecciones de 2008 ese nicho “no tiene el poder que tenía antes”, como por ejemplo a mediados de los años noventa.

El ala del entretenimiento en la radiodifusión
Para el columnista Cuprisin, los presentadores de estos programas son “el ala del entretenimiento en la radiodifusión. No son parte de la programación de noticias y las personas que aceptan las noticias de estos programas de entrevistas están cometiendo un error, porque son espectáculos elaborados en función de la personalidad” de su presentador.

Y Michael Harrison, de ‘Talkers Magazine’ cree que los programas de tertulia y charlas “no son una entidad monolítica”, sino “toda una variedad de personalidades, programas, estaciones y redes, algunas de las cuales tienen mucha influencia, y otras no”.

Harrison considera los programas de entrevistas como “entretenimiento e información”. Para él, Rush Limbaugh es un “comediante muy astuto” que también hace planteamientos políticos. “Los presentadores a los que les gusta escandalizar” y sorprender a sus oyentes, con frecuencia con humor irreverente, no son otra cosa que un presentador que mezcla la información con el entretenimiento, afirma el director de ‘Talkers Magazine’ .

La radio de corte conservador
El columnista de radio y televisión Tim Cuprisin recuerda que la radio de corte conservador, encabezada por Limbaugh, “llegó a su apogeo” durante las elecciones legislativas de 1994, cuando se declaró a favor del “Contrato con Estados Unidos” que ofrecía el Partido Republicano. En ese documento _precisa_, legisladores republicanos como los ex-representantes Newt Gingrich y Tom DeLay detallaban una serie de medidas que los republicanos tomarían si fueran elegidos como partido mayoritario en el Congreso.

Mucha gente atribuyó el mérito de la victoria de los Republicanos en el Congreso en 1994 a los programas de charlas radiales, explica Cuprisin. Pero desde entonces, el poder de estos programas se ha evaporado, dice.

Michael Harrison descarta la idea de que este tipo de programas fuera la principal causa por la cual los Republicanos se hicieran con el control del Congreso en 1994. Ese año _señala_, los presentadores de estos programas estaban “a la cabeza del desfile” y los Republicanos habrían ganado la mayoría en el Congreso “con o sin el apoyo de estos programas de radio”.
Harrison lo tiene claro: “Quienes impulsaron la carga fueron los líderes del Partido Republicano y los candidatos republicanos que se presentaron como candidatos a las elecciones” y no los presentadores de radio.

El comediante Rush Limbaugh

Para explicar la disminución del poder de estos programas de radio, Tim Cuprisin recuerda que los presentadores conservadores no convencieron a la mayoría de los estadounidenses, ni a miembros del Congreso, para que el entonces presidente Bill Clinton fuera destituido de su cargo a finales de los noventa, debido a las consecuencias negativas de su relación con una becaria en la Casa Blanca. Clinton mantuvo entre los estadounidenses una tasa del más del 60 por ciento de su popularidad, a pesar de ser denunciado por conservadores como Limbaugh y Hannity.

Breve resurgir en el 2001
Cuprisin admite que los programas de radio de corte conservador experimentaron un breve resurgir después de los atentados terroristas contra Estados Unidos en septiembre de 2001. Entonces Rush Limbaugh, Hannity y otros presentadores conservadores se convirtieron “en la voz del patriotismo en la radio”.

Luego la influencia de estos presentadores volvió a disminuir. La pérdida de influencia de los programas radiales de charlas se debe al hecho de que la mayoría de la gente “evoluciona” y sus gustos y actitudes políticas cambian, mientras que los presentadores “en general no cambian sus opiniones”, porque como afirma: “Todavía siguen diciendo muchas de las mismas cosas que decían en los años noventa”.

“Lo que ocurre en la radio no es para nada escandaloso, aparte del hecho de que el público se crea” que los presentadores “están en el negocio de la política. Eso sí que me sobresalta”, asegura finalmente Harrison.

Fuente: Servicio Noticioso desde Washington de la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos. Sitio Web: http//usinfo.state.gov/esp

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