Cómo cubrir unas elecciones y no morir en el intento

Especial para 'El arte de hacer radio'

Por Laura Corvo

Y no ha sido nada fácil, la verdad. El sueño acumulado, comer poco y mal, estar todo el día pendiente del teléfono, de la radio, de la televisión, de Internet… para no perderte un detalle, para intentar asumir en tu propio contexto las cien mil cosas que pasan cada día y que son fundamentales para poder explicar la situación por la que atraviesa España al resto del mundo…es lo que tiene trabajar para una radio internacional. Pero sí, se puede decir que la prueba está superada. Porque la cobertura de unas elecciones generales en un país como éste, es una verdadera prueba para un profesional del periodismo.

Entrevistando a Mikel Buesa, del Partido UPyD

Los preparativos comenzaron meses atrás, cuando te empiezas a plantear cómo lo vas a hacer. Un día, sin darme apenas cuenta, ya estábamos metidos en plena campaña electoral. Los dos grandes debates que se celebraron en televisión días antes del 9 de Marzo, ya dejaron claro que no iba a ser nada fácil. A partir de ese momento, el ritmo de trabajo fue frenético. Menos mal que pronto llegaría un soplo de aire fresco desde Holanda: nuestra compañera Beatriz Díez vendría a Madrid para trabajar juntas durante los días previos y posteriores a las elecciones. Vía telefónica fuimos planificando algunos puntos que interesaban especialmente a la radio: con quién se iban a hacer las entrevistas de análisis, quién las iba a hacer…en definitiva, repartirnos el trabajo.

Planes para el "Día D"
Uno de los primeros reportajes de fondo que me plantee como algo interesante, al margen de ruedas de prensa y mítines varios, fue el de los partidos minoritarios. El bipartidismo pesa mucho en éste país, como finalmente se ha demostrado, pero a las elecciones se presentaban más de 100 formaciones políticas de diversa índole. Adelanté las entrevistas para que cuando mi compañera llegase nos pudiéramos concentrar en la planificación del “Día D”. No he hablado más de política en mi vida. Al ser más accesibles que los grandes partidos, pude entrevistarme con algunos de ellos en un ambiente más relajado. Y escuchar sus propuestas, sus ilusiones, sus expectativas. Lo cierto es que ninguno esperaba conseguir representación en el Congreso (como finalmente ha sucedido), pero verdaderamente algunos me hicieron pensar que sería muy positivo para la pluralidad política de éste país escucharles de vez en cuando.

El Jueves por la mañana, tres días antes de las generales, me reuní finalmente con Beatriz en el centro de Madrid. “Esta entrevista para ti, ésta para mí, esta la gestiono yo que conozco al de prensa…”. Y ahí comenzó la cuenta atrás. Entrevistas a las 10 de la noche, a las 8 de la mañana, llamadas y más llamadas, taxi para allá, taxi para acá… Por cierto, que montarse en un taxi en el centro de Madrid es todo un “pulsómetro” de la intención de voto, casi un experimento sociológico para un periodista. En primer lugar, sólo tienes que fijarte en qué cadena de radio tienen sintonizada: según éste parámetro, habrá aspectos de la vida pública y política que no podrás comentar por nada del mundo (si no quieres que te dejen tirada o que te cobren más de la cuenta). En segundo lugar, ellos se encargarán de comenzar la conversación. Lo más probable es que “pongan la antena” cuando recibes una llamada telefónica: “Señorita, no he podido evitar escuchar su conversación, ¿Es usted periodista?”. Y tú respondes que sí, porque no tienes nada que ocultar. Pero enseguida te arrepientes. Entonces pueden pasar dos cosas: que pongan verde a Rajoy (el candidato del Partido Popular) o a Zapatero. También se puede dar el caso de la tercera vía, que es más general: España va mal, la inmigración, el terrorismo, la crisis…
En fin. El fin de la campaña electoral estuvo marcado, de nuevo, por el terrorismo. El brutal asesinato de la banda terrorista ETA a un ex – concejal socialista en el País Vasco, confirmó los peores augurios, algo de lo que nadie quería hablar, pero que se preveía podía suceder. Un día triste cara a la que fue una jornada de reflexión marcada por la impotencia.

La verdad sea dicha
Y llegó el Domingo. Tal y como habíamos planeado, a mi me tocaría cubrir la noche electoral desde la sede del Partido Popular. Una experiencia surrealista a ratos y muy surrealista el resto del tiempo. Los periodistas también tenemos nuestro corazoncito. Y el mío no estaba allí precisamente. Llegué alrededor de las 8 de la tarde, armada con el micrófono, la grabadora, el portátil, los cuadernos, los bolis… Metí todo en una maletita con ruedas y me adentré en el mundo del Partido Popular. Allí se congregaban cientos de medios de comunicación, todos pendientes de los primeros sondeos y declaraciones para enviar rápidamente sus crónicas a todos los puntos del globo. Luché, luché y luché por conseguir una entrevista con alguien del partido, pero los de prensa no me hicieron ni caso, la verdad sea dicha. Fue entonces cuando me encontré con Manuel Pizarro, número dos del PP, por el pasillo. Podía haberle abordado, pero estaba pegado a su teléfono móvil. “Tranquilo”, decía, “la cosa pinta mal, pero creo que estamos remontando”. Y tal y como vino, se fue. Como tampoco me podía conectar a la red inalámbrica de Internet que habían habilitado y que se colgaba cada dos minutos (esos problemillas técnicos que consiguen sacarte de quicio), me fui a la calle. A hablar con la gente, a grabar sonido ambiente, a ver cómo estaban los ánimos.

Habían montado unas pantallas gigantes en medio de la calle y varias decenas de personas armadas con las banderas del partido (digo armadas porque casi me saltan un ojo con ellas en varias ocasiones) se concentraban en animar al candidato Mariano Rajoy. Los primeros datos oficiales ya eran bastante claros: victoria socialista. La tristeza se apoderaba de sus rostros según iban pasando los minutos. Sin embargo, tras hablar con algunos de ellos, descubrí que la mayoría no habían albergado ninguna esperanza de celebrar algo esa noche. No fue una sorpresa para ellos. Pero cuando el líder popular salió al balcón para saludar a los que habían acudido a apoyarle, casi no le dejaron hablar. A partir de ahí, los ánimos se volvieron a calentar… Al grito de “Zapatero embustero” y “Comunicación, manipulación”, se pudieron observar pequeños incidentes. Algunos medios considerados “progresistas”, fueron increpados por los “peperos” (gentilicio de los votantes del PP), que intentaron boicotear varias de sus conexiones en directo para televisión.

Quiero una entrevista con quien sea
Con los resultados ya mucho más claros, intenté de nuevo que me dieran una entrevista. Me dirigí al gabinete de prensa y volví a solicitarla. “Con quien sea”, les dije. Sin exigencias. La chica que se encargaba de ello se me quedó mirando como si yo fuera un marciano durante tres segundos y me dijo: “Ahora te avisamos”. ¡Pero si no sabían ni quién era! Esperé una hora más, por cortesía. Pero ya tenía bastante material que había recogido en la calle y una idea de lo que iba a contar en la crónica del día siguiente, así que cogí mi maletita y me fui a buscar a Beatriz, que se encontraba en la sede del Partido Socialista. Allí todo era una fiesta… nos hubiéramos quedado a tomar una copita de champagne, pero el deber nos llamaba y teníamos que montar todo el material para tenerlo listo lo antes posible. Nos pasamos hasta las 4 de la madrugada montando la pieza, escribiendo el guión, redactando la versión web. Ya nos habíamos hecho a la idea de no dormir más de un par de horas: el Lunes, con la resaca política, se nos presentaba con varias entrevistas de análisis post-electoral por delante. Y bien temprano. Con las cifras, los escaños, diputados y siglas de partidos dándonos vueltas en la cabeza, por fin terminamos nuestro trabajo.

Ha sido duro, pero ha merecido la pena. Sentir que formas parte de todo eso, no tiene precio. Aunque nos haya costado el sueño y un par de kilos.

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